La cumbre 25 de la UE-China en Beijing, que marca 50 años de lazos diplomáticos, estuvo dominada por las crecientes tensiones comerciales, preocupaciones sobre el apoyo de China a Rusia y llamados a una relación económica más equilibrada. Los líderes europeos, incluyendo a Ursula von der Leyen, presionaron a China para abordar su superávit comercial y abrir sus mercados, advirtiendo que los desequilibrios continuos podrían amenazar la cooperación futura. El presidente chino Xi Jinping instó a la UE a tomar 'la elección estratégica correcta' y enfatizó la necesidad de estabilidad y cooperación, pero ofreció pocas concesiones concretas. A pesar de la fricción, ambas partes acordaron intensificar la acción conjunta sobre el cambio climático, una de las pocas áreas de consenso. La cumbre subrayó un momento crucial en las relaciones UE-China, con ambas partes reconociendo la necesidad de un reinicio pero haciendo poco progreso en los temas más controvertidos.
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