Ciudades fronterizas chinas como Manzhouli y Heihe se han convertido en líneas vitales para la economía de Rusia, especialmente a medida que se endurecen las sanciones occidentales. Estas ciudades están prosperando gracias al próspero comercio transfronterizo, con bienes y personas fluyendo en ambas direcciones. Turistas y pacientes rusos están acudiendo en masa a China para hacer compras, recibir tratamientos médicos y hacer negocios, mientras que los comerciantes chinos se benefician de la creciente demanda de sus productos y servicios. Tanto el comercio electrónico como los mercados tradicionales están experimentando un auge, destacando los lazos económicos cada vez más profundos entre China y Rusia. Esta cooperación silenciosa está ayudando a Rusia a sortear algunos efectos del aislamiento internacional.
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